Godínez…che término!
Escribo acerca del
término “Godín” porque se ha vuelto muy común entre la tropa y cada vez más
usado entre los jóvenes, millenials y para abajo para referirse a su trabajo y
a su vida en general de manera despectiva y mediocre.
Dícese de los años
60 en que como todo en nuestra mente, los medios de comunicación reflejaron un
cambio económico en el país y diseñaron un personaje que insertaron en nuestro
inconsciente no sólo a través de Gutierritos sino de muchas otras historias que
hablan del mexicano pobre, sin sueños ni oportunidades, resentido social y con
aspiraciones lejanas de ligarse a la princesa heredera de algún palacio pero
limitado por su pobreza… la pobreza que todos tenemos en la cabeza.
Jass Bernal
Vivimos en una
sociedad que muchos consideran monótona, aburrida, de pocas oportunidades, donde
no hay mucho que proponer, no hay mucho que hacer, es así y ya. Nada más y nada
menos que nuestros jóvenes, la esperanza del futuro vive así, sumidos en una
lánguida existencia falta de propósito. Este término se ha popularizado entre
ellos a pesar de no estar ni en el mismo contexto social, ni siquiera cercanos
a la época en la que surgió.

En fin, sin más
preámbulo el término godín se popularizó entre la clase media para referirse al
grupo de personas oficinistas con estricto horario, mismo que defienden con uñas y dientes, que
cumplen (si es que) con su trabajo sin mérito ni gracia y que esperan
ansiosamente la llegada de la quincena para salir de trago el viernes. Por
cultura popular el término es despectivo, si, aunque a ti no te moleste ser
llamado godín, se refiere a mediocre, que no da más de sí, poco creativo, sin
aspiraciones. Godínez es aquel que llega a la quincena a rastras, tiene nula planeación financiera y la
arraigada costumbre del “yo invito” cada que el cheque le llega.
Tiene en la
punta de la lengua el “no sé” antes cualquier cuestión y es experto en
pretextos. En el peor de los casos sufre de bullying y vive una precaria situación
en casa, tanto familiar, social y económica.
Después de esta
descripción, lo que más me preocupa es que hemos adoptado este término al punto
de generar una cultural a su alrededor, el mundo Godín, una plaza godín, una
alimentación godinezca…peor aún, es un estilo de vida que sale de nuestros
lugares de trabajo para afectar nuestra vida familiar y personal, influye en
nuestro comportamiento comunitario.
¿Has sentido que la
calidad en el servicio y en la atención ha decaído?
El “eso a mí no me toca” es un debate entre el
no puedo, el puedo pero no quiero que termina siempre en un no sé. Le sacan la vuelta a las mejora contínua
atrincherados en el “si así funciona ¿para qué lo hago mejor? Se niegan a
asumir la responsabilidad de lo que pueden mejorar y si detectan algo mal
prefieren hacerse de la vista gorda que levantar la mano y corregirlo aunque
eso les implique más trabajo. Eso es un godín y me rehúso a ser llamada así aunque
trabaje en una oficina corporativa. Los europeos han comprobado que las horas
nalga no tienen nada que ver con la productividad, por el contrario, entre más
significativa es la vida de un empleado fuera de su trabajo, mejor es el desempeño
que tiene dentro.
Con naturalidad
casi innata aceptamos ser llamados Godínez, un burdo humor sobre una realidad
que nos resistimos a cambiar y que nos mantiene sumergidos en un círculo
viciado apenas soportable entre nuestra vida laboral y nuestra vida personal.
No puedo evitar
pensar en la forma en la cambiaría el mundo si dejáramos de encasillarnos en todos estos personajes que nos han metido
en la cabeza por generaciones y si dejáramos de dar por sentado que la vida es
así. Si fomentáramos una sociedad participativa, comprometida y propositiva
tanto en el aspecto profesional como en nuestra vida personal. Por una vida con
sentido, por la inspiración y ejemplo que somos para los jóvenes que hoy
aprenden de nosotros.
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